Un nuevo e importante cambio en la circulación atmosférica sobre Europa y el Atlántico Norte traerá un cambio radical: podríamos estar ante el primer temporal atlántico del otoño
En los últimos días la situación meteorológica a escala sinóptica ha estado marcada por el importante bloqueo anticiclónico establecido en el norte de Europa, que ha forzado a los sistemas de bajas presiones a discurrir por el sur, afectando a la Europa mediterránea.
El más importante de estos sistemas, la borrasca Boris, ha sido responsable de un grave episodio de inundaciones que ha afectado a varios países y que, aún hoy, sus restos siguen dejando condiciones adversas, también en la Península Ibérica.
Los remanentes de esta borrasca, una DANA que hoy se encuentra al norte de la Península, siguen dejando chubascos y tormentas irregulares y localmente fuertes, alimentados por las aguas cálidas del Mediterráneo.
Sin embargo, esta situación tenderá a remitir con el cambio de semana y dará paso a un escenario completamente distinto. El bloqueo anticiclónico desaparecerá y se impondrá un fuerte flujo del suroeste en buena parte del continente, restaurándose la circulación zonal con fuerza e impulsando masas de aire de origen subtropical hasta nuestro continente.
A este escenario se sumará la presencia de una profunda vaguada que se extenderá hacia el Atlántico próximo, lo que acentuará el gradiente térmico en todo este sector, transformándolo en un área de fuerte actividad ciclogenética, es decir, en un caldo de cultivo para la formación de borrascas.
Pese a que a menor escala la incertidumbre es demasiado elevada como para entrar en detalles, este escenario es muy proclive a desencadenar un episodio de lluvias otoñales en el oeste peninsular. Además, favorecerá la llegada de un río atmosférico desde latitudes tropicales hasta nuestro entorno.
Hay que tener en cuenta que este tipo de advecciones son muy húmedas en la Península, pero no afectan a todo el territorio por igual. Las precipitaciones apenas alcanzarán la vertiente mediterránea y no llegarán al sureste peninsular, a excepción de algún chubasco o tormenta irregular. Sin embargo, en el oeste peninsular las lluvias serán frecuentes, generalizadas y localmente fuertes.
Al hablar de un episodio que se desencadenará a mediados de la próxima semana, debemos contar con una incertidumbre relativamente alta en la previsión: ello no impide evaluar la situación a escala sinóptica, pero sí entrar en detalles de menor escala como son la intensidad y localización de las precipitaciones.
No obstante, este tipo de situaciones suelen dejar importantes acumulados en buena parte de Galicia, norte de Portugal y vertiente sur del Sistema Central occidental, a menudo superiores a los 100 l/m², afectando de forma menos significativa a Castilla y León o a Asturias.
Aunque las lluvias serán lo más significativo de este episodio, podrían no ser el único meteoro importante que tengamos presente durante la semana que viene. Al encontrarnos próximos a una zona de fuerte actividad ciclogenética, las borrascas pasarán cerca de nuestra posición y los gradientes de presión podrían ser importantes, generando vientos de largo recorrido y puntualmente fuertes.
Todavía no es posible determinar la posición y profundidad de estos sistemas de bajas presiones, pero es probable que su proximidad permita que el viento sople con cierta intensidad en buena parte de la Península. Quedaría por determinar si se tratará de un episodio de vientos moderados, restringiéndose las rachas fuertes a zonas expuestas, o por el contrario dará lugar al primer temporal típico del otoño en amplias zonas del territorio.
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