El Cabildo no ha solicitado todavía autorización a la Junta para instalarlas en la fachada principal y las colocará en el museo de la seo
Burgos verá las puertas de su catedral a partir del 29 de noviembre. Eso sí, no será en el emplazamiento inicial en las que fueron planteadas en la fachada de Santa María. De momento, el Arzobispado solo ha solicitado una instalación provisional en el Museo de la Catedral de Burgos, según ha confirmado la Consejería de Cultura a este medio. Lo hizo en septiembre de 2024 sin que haya trasladado a la Comisión de Patrimonio de la Junta de Castilla y León una nueva petición para colocar en la entrada principal del templo la obra del escultor Antonio López.
El destino de las puertas es provisional y su emplazamiento definitivo sigue sin resolverse ante la falta de un proyecto y la oposición de unas 70.000 personas que firmaron en contra de la colocación de las puertas en la fachada. En ese proyecto también se ha dejado ver una carencia que dificultaría, al menos por el momento su instalación de las tres hojas no está terminada, ya que carece de la estructura interior que permitiría su apertura práctica para la entrada de visitantes, como sí está la que actualmente está instalada.
Para el arquitecto Agustín Herrero, en declaraciones recogidas por Radio Arlanzón, el hecho de que las puertas se mantengan apartadas de la fachada supone una oportunidad perdida: "Cada época ha dejado su huella en la Catedral. Las puertas del siglo XXI deben reflejar la sensibilidad de nuestro tiempo. Antonio López es un artista universal y su obra debe dialogar con el pasado, no esconderse".
Herrero ha defendido el valor simbólico de las nuevas puertas como continuación natural de una historia arquitectónica hecha de cambios, ampliaciones y restauraciones. "Si las dejamos en un museo, perderemos su sentido, porque las puertas no son solo un objeto, sino un umbral", ha explicado.
Para el arquitecto la Catedral "siempre ha sido un organismo vivo, no una reliquia" y que cada generación ha dejado en ella su huella. "Nadie protestó cuando se añadieron chapiteles o se sustituyeron portadas. La de Antonio López es la oportunidad de que el siglo XXI diga algo en piedra y bronce, como lo hicieron nuestros antepasados con la madera o la caliza."
A su juicio, Burgos sufre "una alergia crónica a la contemporaneidad": "Nos asusta lo nuevo, tememos equivocarnos, pero el verdadero error es no atreverse. Nuestros mayores fueron valientes; nosotros, demasiado precavidos", ha reflexionado.
Riesgo de perder la declaración de Patrimonio de la Humanidad
Frente a esa mirada estética y de emplazar las puertas como una 'obra viva', el abogado Francisco González, también en declaraciones a Radio Arlanzón, ha recordado que las leyes de patrimonio nacional e internacional impiden alterar bienes declarados Patrimonio de la Humanidad, como es el caso de la Catedral, si alteran su integridad visual o material. "La norma es clara: no se pueden añadir elementos nuevos que transformen el conjunto", ha señalado. Su argumento se escuda en la prudencia institucional: la UNESCO ha advertido en otras ocasiones que intervenciones no autorizadas podrían poner en riesgo la catalogación del monumento.
"Se pueden restaurar, conservar o consolidar estructuras, pero no añadir obras nuevas por muy brillantes que sean", ha subrayado.
González ha advertido de que una intervención de este tipo "podría suponer un conflicto serio con el Comité del Patrimonio Mundial". Y ha lamentado que el debate se haya simplificado en términos de valentía o cobardía. "No es miedo, es respeto. Burgos no puede permitirse una sanción internacional o una pérdida de reconocimiento. Las puertas son magníficas, pero el marco legal es el que es
El concejal de Hacienda, Contratación, Patrimonio e Industria en el Ayuntamiento de Burgos, Ángel Manzanedo (PP), ha reconocido que la polémica tiene tanto un componente estético como simbólico. "El problema no es solo si son bonitas o feas. Es que algunos han creído que las figuras representaban a familiares del artista. Ahí empezó todo", ha dicho. Para Manzanedo, la decisión de mostrar las puertas primero en el museo puede servir para "bajar la tensión" y "dar tiempo a que la gente las aprecie sin prejuicios".
Aun así, Manzanedo ha defendido la instalación como un acto de continuidad histórica: "La Catedral no es un fósil. Ha cambiado siempre, y eso la mantiene viva. Rechazar una obra solo por ser nueva sería un error tan grande como imponerla por decreto". El edil ha considerado "razonable" que primero se muestren en el museo, "para que los burgaleses las vean sin prejuicios, con luz y contexto", y después decidir su ubicación definitiva "sin imposiciones, ni del Cabildo ni de la calle".
La concejala del PSOE en el Ayuntamiento de Burgos, Sonia Rodríguez, ha apoyado una vía intermedia. Ha recordado también que cualquier modificación del templo requiere permiso previo y ha advertido de los riesgos: "La UNESCO no concede el sello de Patrimonio para que experimentemos, sino para proteger. Y ya costó mucho convencerla la última vez que se intervino en la Llana". Aun así, ha propuesto que las puertas se expongan temporalmente al aire libre, en la Plaza de Santa María, "para que los ciudadanos puedan juzgarlas sin intermediarios ni vitrinas".
Desde de la patronal FAE, contribuyente con 200.000 euros al proyecto, esperaban ver las puertas instaladas como símbolo de mecenazgo. El caso de las puertas ha revelado también que el Cabildo no ha informado con claridad de los pasos administrativos ni del calendario real del proyecto, lo que ha alimentado sospechas.
En ese proyecto también se ha dejado ver una carencia que dificultaría, al menos por el momento su instalación de las tres hojas no está terminada, ya que carece de la estructura interior que permitiría su apertura práctica para la entrada de visitantes, como sí está la que actualmente está instalada.
Como ha resumido Herrero al final del programa: "Lo que nos pasa con las puertas nos pasa con casi todo: tenemos patrimonio, pero no proyecto. Tenemos historia, pero no impulso". Una frase que resume el fondo del asunto: la Catedral de Burgos, orgullo de una ciudad, vuelve a ser el espejo donde se refleja su propia duda sobre cómo abrirse al siglo XXI.
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