El Colegio de Ópticos-Optometristas de Castilla y León recuerda la importancia de las revisiones oculares antes del retorno a las aulas para controlar este problema refractivo y otros que pueden estar detrás de hasta un 30% de los casos de fracaso escolar. Los profesionales sanitarios de la atención primaria visual recomiendan una exploración profunda al inicio de la edad escolar, entre el año y los 3 años de edad, y luego una revisión anual para asegurar la detección de cualquier anomalía
Ante la inminente vuelta a las aulas, que comenzará en la comunidad castellanoleonesa mañana, día 6 de septiembre, en Infantil y Primaria, y a lo largo de todo el mes en las siguientes etapas educativas y en la Universidad, el Colegio de Ópticos-Optometristas de Castilla y León (COOCYL) recuerda la importancia de las revisiones oculares periódicas, ya que la salud visual es un pilar esencial para el rendimiento académico, y los problemas oculares no resueltos pueden estar detrás de hasta un 30% de los casos de fracaso escolar.
Entre ellos, la miopía está considerada ya como una epidemia a nivel mundial. Los datos, en este ámbito, hablan por sí solos, ya que el 30% de la población ya es actualmente miope, pero se estima que este porcentaje alcanzará el 50% en el año 2050, lo que supondrá que habrá más de 5.000 millones de personas afectadas por este defecto visual. Si nos ceñimos a la población infantil y juvenil en España, la situación no es tampoco nada esperanzadora: en los últimos seis años, se ha producido un incremento alarmante de la miopía infantil estimado en un 17,8%.
En este escenario, la vicedecana de COOCYL, Ana Belén Cisneros, recuerda que "no solo es importante detectarla a tiempo para aplicar la corrección necesaria con el uso de gafas o lentillas, sino que su control periódico es fundamental, porque el riesgo de sufrir patologías visuales graves aumenta exponencialmente con el número de dioptrías". Aunque existe un claro componente hereditario en la aparición de la miopía infantil, Cisneros explica que cada vez son más relevantes los "factores ambientales", sobre todo el abuso de dispositivos electrónicos y las tareas de trabajo cercano, por lo que el asesoramiento de los ópticos-optometristas, como profesionales sanitarios de la atención primaria visual, puede ser decisivo para minimizar el riesgo de padecer miopía en el futuro o de que aumente más rápidamente.
Aunque existe un claro componente hereditario en la aparición de la miopía infantil, Ana Belén Cisneros explica que cada vez son más relevantes los "factores ambientales", sobre todo el abuso de dispositivos electrónicos y las tareas de trabajo cercano, por lo que el asesoramiento de los ópticos-optometristas, como profesionales sanitarios de la atención primaria visual, puede ser decisivo para minimizar el riesgo de padecer miopía en el futuro o de que aumente más rápidamente.
Alta prevalencia del conocido como 'ojo vago'
Más allá de este defecto refractivo, al que también se pueden sumar la hipermetropía y el astigmatismo, el estrabismo o las alteraciones de la relación acomodación-convergencia que influyen sobre el rendimiento de los menores, uno de los problemas visuales no detectados más frecuentes es la ambliopía.
El conocido como ojo vago afecta a más de 100.000 niños en España, según datos del Libro Blanco de la Salud Visual, pero más de la mitad de los padres no lo saben y, por tanto, no buscan tratamiento. Se caracteriza por una pérdida de visión central (ya sea agudeza visual, sensibilidad al contraste, binocularidad o percepción de movimiento, entre otros) y afecta sobremanera a la calidad de vida y a la autoestima del menor.
Por tanto, como añade la vicedecana de COOCYL, estar alerta ante las señales que indiquen un problema visual entre los estudiantes es "fundamental" para garantizar su aprendizaje en las mejores condiciones.
En principio, si no existen antecedentes familiares de problemas oculares que sean hereditarios, COOCYL recomienda una primera exploración más profunda por parte de un profesional de la salud visual antes del inicio de la edad escolar, entre el año y los 3 años de edad, y, posteriormente, una revisión anual para asegurar la detección precoz de cualquier anomalía. Pero sin olvidar prestar atención, sobre todo entre los más pequeños, a determinadas conductas que pueden indicar un problema de visión: sentarse con una mala postura; acercarse demasiado a los libros, la televisión o el ordenador; cerrar, taparse o frotarse los ojos; quejarse de dolores de cabeza o visión borrosa; parpadear más de lo habitual; fruncir el ceño o mostrar poca destreza haciendo un deporte.
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